Por Christian Marlin
Desde los tiempos más remotos, el ser humano ha buscado someter a la naturaleza a sus exigencias. La agricultura en sus inicios consistió en domesticar especies vegetales silvestres para cultivarlas en terrenos de fácil acceso, en condiciones “protegidas” que permitían conseguir rendimientos mucho más elevados que en condiciones “silvestres”. La mayoría de los cultivos de los cuales hoy el ser humano depende por su alimentación (maíz, arroz, papa, trigo, etc..) eran especies que hace varios siglos tenían rendimientos de apenas unos kilogramos por hectáreas…
Desde los tiempos más remotos, el ser humano ha buscado someter a la naturaleza a sus exigencias. La agricultura en sus inicios consistió en domesticar especies vegetales silvestres para cultivarlas en terrenos de fácil acceso, en condiciones “protegidas” que permitían conseguir rendimientos mucho más elevados que en condiciones “silvestres”. La mayoría de los cultivos de los cuales hoy el ser humano depende por su alimentación (maíz, arroz, papa, trigo, etc..) eran especies que hace varios siglos tenían rendimientos de apenas unos kilogramos por hectáreas…
A lo largo de la historia el ser humano realizó procesos de selección y cruces entre diferentes variedades con la finalidad de obtener plantas que se adapten a los diferentes climas, de mayor productividad, y resistente a las principales enfermedades presentes en el entorno. En los últimos 10 años la introducción de semillas híbridas de maíz amarillo duro en el Ecuador ha permitido incrementar el rendimiento promedio de 2 a casi 4 TM/Hectárea, en beneficio de más de 50.000 productores (la gran mayoría pequeños) y contribuyendo significativamente a la soberanía alimentaria del país.
Hoy existe en el país una gran cantidad de variedades de semillas y plantas resultantes de diferentes procesos :
a. Selecciones empíricas, realizadas por los propios productores generación tras generación .
b. Selecciones y cruces desarrollados por organismos de investigación nacionales (públicos y privados) .
c. Importaciones de variedades desarrolladas por firmas multinacionales o entidades de investigación de renombre mundial, cuya adaptabilidad en el Ecuador ha sido previamente comprobada.
Sin embargo es de remarcar que la investigación en materia de semillas ha ido avanzando de forma desigual, generalmente de forma proporcional a la importancia económica de cada especie. Especies como maíz, soya, trigo o algodón que son cultivadas en grandes extensiones y representan materias primas de vital importancia para la economía de los países desarrollados, han recibido enormes cantidades de inversiones destinadas a la investigación, tanto por parte de los gobiernos como por parte de las firmas multinacionales. El resultado de esta investigación es que hoy los agricultores de casi todo el mundo pueden encontrar semillas de estas especies de altísima productividad, con calidades coincidentes a la demanda de los consumidores, resistentes a muchas enfermedades y con una gran diversidad de variedades que se adaptan a diferentes ecosistemas.
Del otro lado el desarrollo de semillas de especies de uso más local, y cultivados mayoritariamente por la agricultura familiar, o la agricultura de subsistencia como el frejol, el chocho, la quinua o las papas andinas, ha sido dejado en mano de los propios agricultores, quienes con sus mejores esfuerzos, han ido realizando procesos de selección empírica. Si es cierto que estos procesos han permitido mantener una gran biodiversidad de variedades, no es menos cierto que esta situación se refleja ahora por la inexistencia para estas especies de semillas certificadas, altamente productivas y resistentes a enfermedades.
A la diferencia de lo que plantean algunos grupos de ecologistas radicales, consideramos que la solución no es “volver atrás” denunciando “el uso de semillas híbridas, o de semillas importadas que atentan a la mega-biodiversidad del país” pero más bien de diseñar e implementar una política voluntarista que promueva agresivamente la multiplicación y el uso generalizado de semillas y material vegetal certificado de alta calidad. En esta óptica el Ecuador debe entonces enfrentar 3 grandes desafíos:
· En el caso de las especies para las cuales existen semillas certificadas de alto rendimiento, GARANTIZAR SU ACCESO A TODOS LOS AGRICULTORES: Maíz, Soya, flores de exportación, palma de aceite, cacao CCN51.
· Para las especies por las cuales organismos nacionales de investigación han desarrolladas variedades mejoradas, GARANTIZAR LA MULTIPLICACIÓN EN CALIDAD Y CANTIDAD SUFICIENTES: arroz, papa, cacao (fino de aroma), café arábigo, algodón, banano, pastos.
· Para las especies por las cuales solo existen variedades locales seleccionadas por los propios campesinos, iniciar programas de investigación que permitan a mediano plazo CREAR O SELECCIONAR NUEVAS VARIEDADES DE ALTO RENDIMIENTO O VALIDAR LA ADAPTACIÓN DE VARIEDADES EXISTENTE EN OTROS PAÍSES a las condiciones locales: papas andinas, quinua, chocho, hortalizas, frutales, plátano, café robusta
QUE DEBERIAMOS HACER:
· Ampliar la cobertura del “Plan Semilla de Alto Rendimiento de Maíz y Arroz” recién creado por el MAGAP para otros cultivos estratégicos como la soya, el cacao fino de aroma, el café arábiga, o la palma africana y garantizar una cobertura de todos los pequeños agricultores que hasta ahora no utilizaban semillas certificadas. Para ser más eficiente y sostenible en el tiempo este programa deberá mejorar su base de datos informativa sobre la situación de los pequeños agricultores e implementar un sistema de subsidio regresivo en un tiempo máximo de 3 años.
· Masificar el acceso al crédito productivo en condiciones ágiles y oportunas especialmente para los pequeños productores, con mecanismos de tazas de interés subsidiadas para los productos de importancia estratégicos y para cultivos perennes cuya rentabilidad solo se alcanza en el mediano plazo. Se debe buscar que en el caso de la semilla y de los agro-insumos el desembolso del crédito pueda realizarse en especie.
· Mejorar el control de la calidad de la semillas importadas (vigor, cold test, etc) y de la cadena de conservación en el país por parte de agrocalidad.
· Concentrar los recursos del INIAP en el desarrollo de variedades de las especies locales para las cuales no existen semillas mejoradas y en la validación y adaptación de variedades comerciales existentes en otros países con condiciones climáticas parecidas.
· Fomentar, con subsidios estatales, programas de investigación y validación de semillas articulados entre sector público y sector privado, especialmente con las empresas socias de APCSA (Asocxia).
· Fomentar la multiplicación de semillas certificadas con mecanismos de agricultura por contratos con Empresas Agrícolas o agricultores medianos y grandes que ofrecen las garantías suficientes para garantizar altos estándares de calidad de la semillas obtenidas.
· Apoyar (con créditos blandos, subsidio, capital compartido y asesoría técnica) la creación de viveros asociativos y/o privados de gran capacidad que permitan garantizar la producción de plantas de café, cacao, banano, plantas forestales, etc de alta calidad y con tecnología que facilite el transporte (tubetes) .
· Fomentar (con créditos blandos, subsidio, capital compartido y asesoría técnica) el desarrollo de laboratorios privados de multiplicación in vitro para cultivos de café, cacao y banano.
La masificación del uso de semillas certificadas de alto rendimiento debe ser un objetivo prioritario del MAGAP ya que es una de las formas más rápida y más eficiente de lograr un aumento de la productividad de los pequeños productores. Sin embargo para garantizar que estas semillas puedan expresar todo su potencial productivo es indispensable acompañar al agricultor con asistencia técnica y con un paquete tecnológico de calidad que incluya también fertilizantes edáficos y agroquímicos. Esto es justamente lo que plantea el Plan Semilla… así que solo es cuestión de ampliar y reforzar este programa muy promisorio. El otro desafío es garantizar que se multipliquen masivamente las semillas de las variedades proveniente de la investigación (INIAP o de organismo de investigación privados, nacionales y extranjeros). En este caso es necesario que se ponga en marcha un programa de multiplicación de semillas y material vegetal en articulación entre investigadores y sector privado y supervisado por el MAGAP (Agrocalidad).
Lo que hemos conseguido con el maíz en los últimos años, lo podemos hacer con muchos otros productos. Solo es cuestión de … voluntad política !
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